Se acercó a la puerta.
Ella ya dormía.
Despacio, sin hacer ruido, la besó. Con su corta edad,
aquel cambio de la ciudad al pueblo la había afectado y él lo sabía.
Quizá no debería haberla llevado allí,
pero ahora, tenía que intentarlo.
La abrigó, la tomó en sus brazos y salió de la casa con ella.
Abrió sus ojos. Su primera impresión fue de extrañeza.
Que hacia allí ? ... Ella recordaba haberse acostado en su cama,
como las últimas noches y sin embargo, se encontraba en el suelo,
sobre la hierba, recostada en plena noche, sobre el suelo del monte.
No se asustó, su padre estaba junto a ella y un maravilloso espectáculo
se abría a sus ojos. Miles de estrellas brillaban en el cielo mientras
escuchaba un sonido nuevo para ella.
A lo lejos, se escuchaba un aullido.
Es el "manco", dijo su padre antes de que ella preguntara.
Es el jefe de la manada, el dueño y señor de todos los lobos.
Ellos solo a el le obedecen.
En una ocasión, un cazador consiguió herir al "manco"
en una de sus patas, por eso ahora cojea, pero aun así,
eso parece que no solo no ha disminuido su poder sobre la manada,
sino, que ahora, es aun mas distinguible entre todos ellos.
Siempre delante, con su cojera, como marcando que el es el jefe.
El es el "manco", el mas poderoso de todos los lobos.
La noche llegaba a su fin,
había sido la noche mas maravillosa de su vida.
Ya no odiaba aquel valle rodeado de montañas,
ya no extrañaba la ciudad.
Aquella noche repleta de estrellas,
fue poco a poco difuminándose,
hasta que el sol surgió.
Cuando el "manco" dejó de aullar, las manadas de caballos,
que hasta ese momento habían permanecido inmóviles,
comenzaron a moverse. Sabían que con el "manco" cerca
y sin la presencia del sol, sus vidas dependían del hambre
de la manada y que si el gran jefe hubiese decidido
acercarse a ellos, alguno no habría visto amanecer ese nuevo día.
Después de ver ese nuevo amanecer,
la tomó de la mano y de nuevo se dirigieron hacia el valle.
Aquella noche quedó grabada para siempre en aquella niña de ciudad,
que desde ese momento supo, que aquel pueblo, situado en un valle
y rodeado de montañas, era el lugar donde la gustaría vivir.
Pasaron algunos años.
Aquella
niña siguió creciendo, siempre en aquel valle.
Durante muchas de sus noches solía mirar hacia las estrellas
y
volvía
a escuchar el aullido del "manco".
Durante todos esos años, el lobo siguió siendo el jefe.
Los propietarios de las manadas de caballos del monte ,
cada vez deseaban más su fin.
Se realizaron muchas batidas, muchos lobos murieron en ellas.
Cada vez que los cazadores se acercaban al pueblo con un lobo abatido,
la niña se acercaba a ellos, pero no era necesario mirar a la pieza,
los rostros de los cazadores, dejaban ver, que un día más,
no habían conseguido su objetivo.
Si, un nuevo lobo había caído, pero no era el "manco".
Mientras el "manco" continuase como guía de la manada,
de nada servia tener un lobo menos.
El era el que los mantenía unidos.
La niña regresaba feliz,
esa noche podría volver a escuchar
aullar a su amigo.
Un día en el que los cazadores llegaron al pueblo,
sus caras eran distintas, se notaba un brillo especial en ellas,
una sonrisa que solo
podía suponer, lo que ella siempre había temido...
Esta vez si miró hacia el animal abatido.
Allí estaba, con los ojos abiertos y un gesto de rabia.
Parecía mirarla y preguntar ... porque ?
La gente se mostraba orgullosa,
por fin habían cazado al
"manco".
Las lagrimas inundaron el rostro de la niña.
Ya nunca mas podría escuchar su aullido mientras miraba las estrellas
Entonces recordó de nuevo aquella noche mágica
en la que su padre la llevo al monte
y mientras miraba un cielo repleto de estrellas,
escuchó por primera vez al "manco",
el mismo que ahora estaba tendido sin vida
y que los cazadores mostraban orgullosos
como el trofeo mas preciado.
Recordó que aquel día supo que aquel valle
rodeado de montañas, era
el lugar donde quería vivir.
Ahora sabía, que al igual que el "manco",
aquel lugar, era el lugar donde quería morir.
La vida continuó en aquel valle.
Muchas noches ella se acerca al monte
y admira el manto de estrellas
sentada sobre la yerba.
Pero nunca más escuchó
el aullido del "manco".
La manada de lobos desapareció
y nunca mas se escuchó
el aullido de un lobo en las montañas
que rodeaban aquel valle.
El valle en el que se encontraba
aquel pueblo en el que supo un día
que deseaba vivir y morir.
Ella escuchó ...
LOS ULTIMOS AULLIDOS.