Yo he visto las montañas nevadas,
       enormes blancos
       bajo intensos azules.

       Yo he visto a un río morir,
       en remolinos luchando
       y al fin devenir.

       Alguna vez me he asomado
       a la furia del mar,
       olas efímeras,
       chocando embravecidas,
       mezclando con la plata de su espuma
       lo negro de su hondo.

       Yo he visto al sol
       en su descanso horizontal
       sobre eternas dunas de paciencia;
       y al viento enfurecerlas
       hasta enfrentarlas al sol
       en torneo creciente.

       Pero sólo una vez mi mirada osada
       se ha detenido en tus ojos.

       Y he visto montañas, ríos,
       océanos, soles y dunas.
       He visto la cara ensombrecida
       de tus ilusiones derrumbadas,
       he escuchado el grito
       que tu garganta sujeta;
       y te he oído.

       He bailado con lo excelso
       que de tu risa arranco;
       y bebido del intenso azul
       de tus sueños dormidos.

       Sólo una vez me he asomado
       y ya sólo deseo mirarte;
       buscarte en el umbral de tus ojos
       y hallarte en el cristal
       de tus lágrimas yacentes.

       Y no necesito ya montañas nevadas.
       Ni siquiera dunas arrolladoras.
       El viento enfurecido es ya sólo susurro,
       y las efímeras olas, melodías.

       Ya sólo vivo de ti;
       En ti.

       Vanesa